Por. Emma Santana Muñoz
“La historia es más
o menos una simpleza. Es tradición. No queremos tradición. Queremos vivir en el
presente y la única historia que tiene algún valor es la que nosotros hacemos”.
Henry Ford
Se
entiende por tradición el conjunto de valores o bienes culturales acumulados
por tradición o herencia, los cuales son dignos de constituirse parte integral
del uso y de las costumbres. La tradición puede referirse a los conocimientos,
principios o fundamentos socio – culturales especiales, que al considerárseles
en gran estima, valiosos o acertados, se extienden al común y de esta manera
pasan de generación en generación, a fin de que perduren, se conserven y se
consoliden. Ahora bien, nace la inquietud después de leer “Como agua para
chocolate”, de Laura Esquivel y ver la película del mismo nombre, acerca de esa
línea delgada que hay entre tradición, ignorancia, obcecación y fanatismo o no
será más bien, ¿la necesidad malsana de las personas de encontrar un “chivo
expiatorio”, donde descargar sus frustraciones, bajo el nombre de “tradición” o
“costumbre”…?
Es
que es innegable que las sociedades en todo contexto histórico han estado
enfermas y siguen enfermas, de acuerdo a E. Fromm, “el hombre es un potencial
inacabado e inagotado, que puede transformarse a sí mismo de acuerdo a su
naturaleza y a la organización social en la que vive, al no lograrlo surge el
desequilibrio” , pero al mismo tiempo, el hombre es presa de sus miedos e
inseguridades y eso lo lleva a sumarse a lo que el colectivo establezca,
entonces vive todo el tiempo tratando de acomodarse a las reglas, normas,
costumbres y tradiciones impuestas desde afuera y vive en conflicto permanente
entre lo que anhela su ser interior el cual es libre, con ese otro ser “aparente”
que con frecuencia no lo entiende ni lo hace feliz.
Precisamente,
en “Como agua para chocolate”, el desperdicio de la vida es incuestionable en
nombre de la tradición con nombre de verdad. Por eso Gertrudis afirma a Tita,
¿cuál verdad? La verdad puede ser que eras tú la que tenías que casarte con
Pedro. ¿Cuestión de perspectiva? ¿Desequilibrio? ¿Desobediencia? Pues es
preferible concluir que Gertrudis era la más sana de ese grupo familiar esclavo
de insatisfacciones pasadas, mentiras y juegos de poder abusivos que no
permitieron la transformación en sus esquemas mentales.
Ahora
bien, aunque K .Lorenz en los ocho pecados capitales de la humanidad, menciona
como quinto pecado: la demolición de la tradición, señalando que se subestima
la riqueza cognitiva cultural de lo no racional como una forma de romper por lo
mandado por otros, asimismo, habla del condicionamiento de las personas para
convertirlas en cualquier cosa y hacer con ellas lo que se desee, refiriéndose
a la adoctrinabilidad, no se puede pasar por alto (respetando los contextos)
que la mamá de Tita, en nombre de una
tradición y de un condicionamiento basado en las creencias religiosas que le
hacían creer a las personas que si desobedecían o cuestionaban a sus mayores se
irían para el infierno, serían objeto de maldiciones o serían echados afuera
sin remordimientos por atreverse a desafiar una orden, o incluso discutir una
orden, malogró la vida de toda la familia, es decir, la enfermó al punto, que
la separó y la orilló a desenlaces inesperados (podría decirse innecesarios), generando odio con todas sus letras.
Afortunadamente,
el significado de las recetas, el erotismo impregnado en la preparación de los
platos, el disfrute de un arte como el culinario (que hoy día es penoso a pesar
de las ventajas de la modernidad), penoso porque ya no hay tiempo para cocinar
tantas especialidades y porque el salario mínimo no permite tanta belleza pero,
que sin lugar a dudas, suavizan la rutina de los días sin amor. A Tita se le
percibe como Sísifo, castigada por ser la hija menor y por haber sido la
elegida para amar, su castigo y bendición al mismo tiempo es la cocina y en
cada preparación de deliciosos alimentos iba su estado de ánimo y su
inconformismo o resignación por cuenta de lo mandado de generación en
generación. Sin el ingrediente gastronómico, esta historia sería un documental
al estilo de Pirry o no se quede callado, denuncie…
Lo
que nos devuelve al comienzo. ¿Era la
tradición o costumbre la verdadera motivación para que Elena determinara que
Tita no se casaría porque debía cuidarla? Porque bien podría analizarse que al
frustrarse el amor de Elena con el amor de su vida y quedar embarazada además,
y luego tener que casarse sin amor, Tita vino a ser el chivo expiatorio de su
mamá y por eso le hizo pagar caro el hecho de no haber podido ser feliz ella
misma. Es decir, Elena era víctima de una sociedad en desequilibrio que no
estuvo preparada para atender a sus necesidades y la “castró afectivamente”.
A
lo anterior, hay que sumarle que al momento de casar una hija, no escoge a
Gertrudis fruto de su gran amor, como una forma de proteger lo que le había
quedado, ofreció a Rosaura, no porque la
amara más, tal vez para que supiera cómo se siente eso de casarse sin amor, es
decir, no todo es tan a blanco y negro ni se trata del sazón de las comidas, se
trata de historias que se “cocinan” con lo que cada uno es, con lo que la vida
le ha puesto a vivir. Gertrudis recibió el mensaje de la fuerza de la pasión
degustando la receta de “Codornices con pétalos de rosa”, en otras palabras, en
franca rebeldía por no estar dispuesta a vivir imposiciones de tal magnitud
siguió los impulsos frenéticos de sus deseos, sin mirar atrás. Cuando estuvo
“como agua para chocolate” se marchó. Esa fue la recompensa para Tita.
No
obstante, el libro no deja al lector con las ganas del desquite aunque el final
suene a eternidad y lo eterno no es comprensible para todo el mundo. Es
impactante cuando Tita enfrenta sus miedos y dice lo que piensa y siente a su
madre, liberándose de la odiosa culpa y de un embarazo psicológico, en ese
momento, muere la tradición. De ahí en adelante, el personaje de Tita cobra
fuerza pero tristemente lleva un lastre de las novelas mexicanas y es que la
protagonista debe quedar con el galán (en este caso Pedro), aunque él haya sido inferior al amor que se sentían. Si
Tita hubiera sido una mujer totalmente sana emocionalmente no hubiera tenido
que morir en fuego al lado de su amado, sino que hubiera formado un hogar
plácido, seguro y feliz con Jhon, el más sano de los sanos de toda la novela,
un hombre maduro, sin apegos y profesional. Que la amó y la trajo de nuevo a la
vida, cuando ella no sabía qué hacer con sus manos…Mensajes equivocados: Entre
más dolor vivamos juntos, más amor. Relaciones enfermizas, promovidas por
novelas venezolanas y mexicanas, entre más sufre la protagonista, mejor la
novela.
Finalmente,
el mensaje más impactante de la novela, lo dejó Jhon con la explicación de los
fósforos. ¡Qué hermosa comparación con lo que bulle dentro de cada persona¡
Como el fuego puede avivar pero también puede destruir. ¿Por qué tenía que
morir Pedro así como murió, por qué en ese momento tan único, tan mágico, tan
esperado…? Justo cuando el almíbar estaba a punto de bola. ¿Por qué ella
decidió morirse con él? ¿Por qué destruir el rancho? ¿Acaso había que entender
que la muerte era el castigo por la osadía de que se amaran? ¿Acaso morir con
el ser amado era lo indicado en nombre de ese gran amor? ¿Destruir el rancho
era una forma de aniquilar lo mal aprendido de las tradiciones? ¿Era el símbolo
de renacer y reconstruir vidas diferentes? Al destruirse el rancho, se acabó
con la cocina y ya el lector amaba esa cocina. Ahí también sufrió el lector. Eso
fue nefasto. Al parecer todo tenía que
morir. Quizás parte de la comprensión a este dilema, esté en el siguiente
fragmento del Libro de los Abrazos de Eduardo Galeano:
“Un hombre del pueblo de Negué, en la costa de
Colombia, pudo subir al alto cielo, a la vuelta
contó.
Dijo que había contemplado desde allá arriba la vida humana y dijo que somos un
mar de fueguitos. El mundo es eso,
reveló: un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz
propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales, hay fuegos grandes y
fuegos chicos y fuegos de todos los colores y hay gente de fuego sereno
que ni se entera del viento y gente de
fuego loco que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman,
pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin
parpadear y quien se acerca se enciende”.
Para
terminar, “Como agua para chocolate”, es un mar de fueguitos. Pero como cada
libro tiene algo del lector y el lector
se queda con algo de cada libro o autor, es conveniente reflexionar
acerca de: ¿Qué clase de fueguito se es? ¿Qué los enciende o los apaga? ¿Qué
tal la historia que escriben esos fuegos con sus vidas? ¿Hay mucho de tradición
en ellas…? Vale la pena recordar que la historia que más valor tiene es la que
cada uno hace y esa es la historia de la que seguramente habla la hija de
Esperanza…quien por tradición heredó el gusto por la culinaria…al parecer sólo
eso, porque lo que tenía que morir murió y lo que tenía que nacer, nació para
dar lugar a otras historias más fértiles.
Referencias Bibliográficas
Actos de
paz desde mi colegio. La paz de los mil días.
Ministerio de Educación Nacional. P.10
Fromm E.
Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea. Material impreso.
Lorenz K. Los ocho pecados de la
humanidad. Material impreso.
Recuperado
el 31 de mayo 2016. http://www.itvalledelguadiana.edu.mx/librosdigitales/Laura%20Esquivel%20
%20Como%20agua%20para%20chocolate.pdf
https://www.youtube.com/watch?v=2ZB6m5G_AVQ
Película Como agua para chocolate.
http://www.citascelebres.eu/citas-celebres-y-frases-celebres/citas-y-frases-de-tradiciones.php
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