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RAYUELA PREMIO NACIONAL DE TERTULIAS BICENTERARIO 2010 FUNDALECTURA Y MINCULTURA

Correo de contacto: relatapamplona@yahoo.es

SOMOS PARTE DE

SOMOS PARTE DE

Cuento escrito por: Andrea Gongora.

NOCHE DE EXPERIENCIA

Regresaba a la casa de  mis tíos en un taxi, al pasar por la zona, fingí sentirme indignada, y le comente al taxista que eso no debía de estar pasando en las calles. Él me dijo que era normal, que las prostitutas se ganaban la vida así, entonces entre tanta conversa, el me dio los detalles de cuanto cobraban, como buscan a sus clientes y demás cosas. Cuando llegamos a mi casa me sentía tan excitada que me metí rápido a mi habitación y me masturbe pensando en que yo era una prostituta de la calle complaciendo a mis clientes. Tuve un orgasmo tan intenso que me prometí a mí misma que sería una fantasía que tenía que experimentar pronto para poder sentirme tranquila. Decidí que sería el próximo fin de semana sí o sí.
Los días previos al fin de semana me encontraba muy ansiosa, incluso tenía dificultades para dormir pensando en lo que iba a hacer. Al fin llego el día sábado y como a eso de las 10 de la noche me empecé a arreglar, de manera que me viera como una de esas prostitutas de la calle. Mientras lo hacía me empecé a excitar de una forma muy extraña. Como era una noche calurosa me vestí muy ligera de ropa y me puse mucho maquillaje. Entonces tome un taxi que me dejo a unas cuadras y me dirigí caminando hacia la calle donde estaban todas las prostitutas. Entonces al llegar enseguida me rodearon tres de ellas y me dijeron que ahí no me podía quedar porque era su zona, entonces les dije que solo sería por esta noche, que no fueran malas y me dejaran trabajar solo por hoy, después de estar discutiendo un rato dijeron que estaba bien si les pasaba una parte de lo que yo ganase. Yo acepte y les dije que sí. Las chicas me veían de forma extraña, tal vez les sorprendía que alguien como yo estuviera prostituyéndose en la calle.
Estaba muy excitada de sentirme una más de esas callejeras esperando que algún hombre se acercara a pedirme mis servicios. Al fin llego mi primer cliente, era un tipo viejo y feo. Me dijo que cuanto le cobraba por hacerle sexo oral, entonces le dije que tanto, él dijo está muy elevada de precio, pero me gustas mucho y te lo voy a pagar. Entonces con muchos nervios y con gran excitación me subí a su auto, y le pregunte a donde iríamos. Él sonrió y dijo que no, que se lo hiciera en el auto. Busco un lugar oscuro y se estaciono, entonces se bajó la cremallera y se sacó su pene, me tomo por la cabeza y me la bajo. Yo primero le empecé a pasar mi lengua por su glande, estuve así por unos minutos. Después me la metí toda y se la empecé a chupar mientras le acariciaba sus testículos, pero solo duro unos instantes y me dijo no quiero mancharme así que trágatelo todo. Al terminar de decir esto mi boca se llenó de abundante semen. Estaba tan excitada de sentirme una... callejera que llegue a tener un orgasmo y trague el semen que tenía en mi boca y seguí succionando su miembro hasta que quedo totalmente flácido y sin restos de semen. Terminado todo me fue a dejar al lugar donde me había encontrado.

Al llegar al lugar tuve que repartir mi dinero, con las otras para que me siguieran dando chance de trabajar. No paso mucho tiempo y se paró un auto cerca de mi posición, era una pareja marido y mujer. Él me dijo cuanto les cobraba por atenderlos a ambos y les dije el precio. Sin decir nada me abrieron la puerta, salió la mujer y me dijo que entrara al auto en la parte delantera en medio de ellos. Entonces ya adentro la mujer, me metió la mano entre mis piernas y me empezó a masturbar suavemente yo solo me dejaba. Me estuvo masturbando durante todo el camino. Llegamos a unos departamentos y entramos, fuimos a una habitación nos desnudamos los tres y ella se recostó. El me empujó hacia ella y le empecé a chupar su clítoris mientras ella le mamaba la tranca a él. Después de un rato cambiamos de posición, entonces el la penetro y me dijo que me sentara en la cara de ella. Así lo hice y me empezó a chupar deliciosamente. Así estuvimos largo rato cambiando de posiciones, tiempo en el cual llegue a tener dos orgasmos, hasta que el señor estuvo a punto de acabar. Nos ordenó que nos pusiéramos las dos hincadas de frente a su pene con la boca abierta y lanzo abundantes chorros de semen en la boca y cara de cada una, los chorros parecían interminables. Cuando termino de venirse nos ordenó que tragáramos su semen. Como ya había tragado el semen de mi primer cliente, no me importo hacerlo de nuevo. Después entre las dos lamíamos su tranca sintiendo como cada vez se hacía menos dura. Terminamos con un gran beso, entre ella y yo, compartiendo el poco semen que nos quedaba en nuestras bocas y caras. Me fueron a dejar a donde me habían encontrado y de nuevo repartí parte de mis ganancias con las demás.
Al llegar, de nuevo repartí el dinero entre mis compañeras. Eran las 5:00 am del domingo y pensé que ya había sido suficiente trabajo por hoy. Así que tome un taxi de regreso y le dije que me dejara en un parque que está cerca de mi casa. Durante el camino se me ocurrió una forma muy deliciosa de terminar la jornada. Al llegar a mi destino le dije al taxista Disculpe, no tengo efectivo pero si usted quiere le puedo pagar de otra forma, mientras con una de mis manos le acariciaba su pene por encima del pantalón. Su silencio me lo dijo todo. Así que le saque su tranca y me esforcé por darle la mejor mamada de su vida. Después de unos minutos siento que sus chorros de semen empiezan a salir llenándome toda mi boquita. Por un momento pensé en escupirlo todo, pero venia de tragar tanto semen que no me importo tragarme una dosis más de leche y me lo trague todo dejándole su pija limpiecita también.

Cuando baje del taxi me puse a pensar en lo que habia hecho y recordé lo que habia visto decir a una prostituta en un noticiero de la televisión: "Decidirte a hacerlo la primera vez es lo más dificil, después lo sientes como algo normal"

Se cumplió visita del escritor Edgar Trejos.

 El escritor Edgar Trejos visitó al Taller Rayuela realizando una conferencia-taller sobre la Prosa poética. Realizó varios ejercicios con los asistentes y puntualizó algunas técnicas de escritura.


¿DE VERDAD CAPERUCITA?


Por: Marlen Marbell Matacea Sinsajoa     

                              
Desde hace unas semanas me es muy difícil concentrarme en clases, siento que él me mira extraño, él es el nuevo profesor de matemáticas, nunca he sido buena con los números pero siempre estoy muy atenta para así entender un poco.
La semana pasada mi abuela me regalo un gorro rojo, a mí me parece muy lindo, aunque algunos niños de la clase dicen que parezco caperucita roja, al principio no me importaba y me parecía gracioso, pero últimamente me están haciendo bromas muy pesadas; ayer cuando iba de camino a casa Andrés y sus dos amigos me estaban esperando en un callejón y empezaron a gritar   “Caperucita, caperucita no vas a preguntar para qué es esto?” mientras se agarraba su miembro, los otros empezaron a reír mientras corrían tras de mí, Andrés se bajó los pantalones, salí corriendo como alma que lleva el diablo.
Se lo conté a mi mamá pero ella dijo que son bobadas de niños, aunque yo creo que volvió a tomar y solo dijo eso para no prestarme atención, desde que mi papá se fue ella se convirtió en una alcohólica, esta borracha casi todos los días y no hacia comida; menos mal mi amiga Angélica me enseño a cocinar porque si no mi hermanito y yo nos hubiéramos muerto de hambre.
Mañana sábado vamos a visitar a mi abuelita, ella si es buena y nos quiere mucho, pasamos el fin de semana con ella y regresamos el domingo en la noche para ir a clase al otro día. En clase en profesor explica divisiones por tres cifras, pero no le entiendo nada, de verdad siento que me mira raro y siempre tiene una mirada picara, conozco esa mirada porque es como ver al novio de Angélica antes de que se pierdan y falten a clases, le pido al profesor que me vuelva  explicar y él me dice “claro, pero al final de la clase”.
Cuando todos se han ido el profesor me dice que estaremos más cómodos en su oficina, tengo miedo, el sudor corre por mi espalda y la tonta de Angélica tenía que escaparse precisamente hoy, él me dice siéntate caperucita y tiene un tono burlón en su voz, me dan ganar de irme aunque no puedo perder matemáticas porque si pierdo mamá me retirara de estudiar. Él  me explica y poco a poco  voy entendiendo, ya no me da tanto miedo, parece normal; finalmente me ofrece llevarme a casa y acepto porque es tarde y la buseta ya no pasa, mientras maneja me pregunta  “ ¿me acompañas a mi casa a traer unas cosas?” yo le contesto que es tarde y mamá se enojara mucho, aunque sé que le da igual, al parecer a él no le importa porque sigue manejando en una dirección que no conozco, finalmente el carro se detiene y me invita a pasar, cuando estamos adentro me ofrece un vaso de jugo, cuando termino de tomarlo él se acerca y me besa en la boca yo trato de negarme y apartarlo de mí, pero por más que lo intento mi cuerpo no responde, me lleva a una habitación y me desviste, puedo sentirlo todo, pero no puedo hacer nada para evitarlo ; besa mis pequeños senos mientras se mueve dentro de mí, el dolor es insoportable, ya no aguanto mas, veo pequeños puntos que titilan a mi alrededor.                                                           

El Ruso- Cuento.







Era la tercera vez que sus dedos índice y corazón tocaban su garganta; el amargo de los ácidos gástricos irritaban la boca y fluidos blancos corrían de sus nariz, el baño era el escenario perfecto para descansar, la mierda y los orines se direccionaban al desagüe, impulsados por el agua del grifo que desbardaba del lavamanos, olores, vapores y colores que se condensaban como intentando unirse al cuerpo, un cuerpo presente pero un espíritu ausente.

El viaje había sido brutal y la noche no había comenzado, apenas desaparecía el sol y la capitana arreglaba las mesas, limpiaba el piso, pero encuentra el baño con seguro; ella sólo informa a su jefe, quien tiene el poder para destrozar la puerta, astillando grandes zonas del mismo marco, era uno de esos días normales en los cuales se había adelantado uno de tantos eventos.
El Ruso la esperaba siempre a la salida, no sentía aprecio por el trabajo de La Capitana, pero con una abuela enferma y una casa con cuentas que atender los trabajos se hacen necesarios. Había dejado pasar oportunidades de su vida, estudio en el extranjero, trabajo en otras ciudades y el amor de su vida.

Ella le había dado una última oportunidad, oportunidad para dejar de vivir en el barrio el bosque y comenzar una nueva vida, oportunidad para tener una vida calmada, oportunidad de aumentar su familia y terminal la historia con “y vivieron felices”.

Pero su abuela era una mujer de campo que siempre había vivido en el mismo lugar, pudo ver con el pasar de sus años como la vereda el bosque se convertía en un barrio periférico de la ciudad, con el pavimento y el asfalto parchaban las calles destapadas, aferrada a los recuerdos el único patrimonio que nadie podría cambiarle a una señora de setenta y cuatro años, la abuela resistía al cambio que sus nietos capitanes rusos le pedían. 

En palabras de la capitana – qué podemos hacer- la cucha no quiere irse de la casa y yo no puedo dejarla sola si quieren lárguense usted, así como se fue mi papá y mamá. El ruso era mototaxista y aburrido de su vida, toma su casco, chaleco protector y sale a trabajar, no tuvo tiempo de tomarse su aguapanela, estaba resentido con su abuela, hermana y con su vida, la abuela había enfermado y los medicamentos no los cubría el sistema de salud del país. Y después de tantos viajes se detiene a tomarse una colombiana, aparece su amigo de la infancia, era uno de esos personajes al que los padres le ponen un nombre extraño por dársela de internacionales o por unir iniciales y de primerazo es un nombre difícil de pronunciar, como si el mismo nombre resistiera a su existencia, así, que le quedaba más fácil apodarlo como apodaban a todos, éste era el lobo.  

El lobo con sus lentes oscuros para ocultar, la traba permanente decide prestarle un dinero para que el ruso compre algo de los medicamentos de la abuela, a cambio de permitir el tránsito libre del campo a la ciudad de los Leñadores, por la finca de su abuela; los Leñadores eran un grupo al margen de la ley de esas bandas que progresas, y su estructura delincuencial se vuelve más compleja. Sin dinero y con necesidades, el ruso toma el camino que su abuela le había aconsejado no tomar, el camino de las decisiones fáciles.

Un mes después la abuela ya recuperada pregunta al ruso por el transitar de esas personas armadas de esas personas suyas y su nieto le cuenta la verdad, entran en una discusión, al principio el nieto contiene toda pasión y quiere evitar el grito pero su abuela lo mata cuando le recuerda por vez infinita que no sirve para nada, que es un traga ñique, que es una carga que le dejó sus padre y que nuca va hacer alguien en su vida, él responde con esa fuerza que sólo sale de lo más profundo del ser – es que mientras usted viva en esta finca nadie será nada, ni mi hermana, ni usted, ni yo –  y se va de la casa, no huya de los problemas, no quería lastimar.

El Lobo estaba perdido; aplicó a un toque porque tenía que trabajar de noche y para tener energía en palabras del Lobo –El polvito en la ñata es lo mejor-. Era incomodo hablar con una persona que no dejaba de buscar sus dientes con la lengua, a pesar de eso, su energía era tranquila, había noches en las que un cuadrito le causaba sensaciones en el estómago y la cabeza, como esas mariposas del amor acompañadas por una sensación de placer constante, con vientos refrescantes que recorrían su estómago y ascendían lentamente, con el mismo efecto de los productos mentolados, llegando a la cabeza, y escapándose por medio de la risa, se abrazaba, no Narciso, pero sí queriéndose, era como encontrándose y amarse a sí mismo sin ser vulgar  y sin necesidad de la masturbación, quien creería que tal intimidad ocurría en El Tronco, el bar donde La Capitana trabajaba como mesera.
Esa tarde La Capitana llegó a trabajar normal y El Lobo, cliente fiel de El Tronco ya consumía, era cliente preferencial, de los que entran al negocio y se sirven solos.  Antes de despegar le pide a La Capitana que le guarde un paquete y se lo entregue al otro día, sólo que no habría otro día para El Lobo. Su cuerpo sale cubierto por entre el marco astillado del baño y no termina de salir el cadáver y La Capitana comienza a asear el baño, recoge los excrementos y utiliza todos los detergentes, por último, agua caliente.

Pasan las horas y El Ruso espera a su hermana, un borracho sentado cerca a la entrada deja caer de sus labios brillantes largas tiras de babas y cabecea, se percibe una pelea, se resiste a caer y cabecea una y otra vez, pero sus sentidos no le responden y pierde, su cabeza cae contra el mundo, un mundo duro, que lo esperaba y El Ruso es testigo de su golpe, pero ya es insensible a ese tipo de cosas, de la misma forma que se es insensible al comerse el cadáver de un pollo o, a almorzar al medio día viendo noticias de muerte.  Su hermana sale y juntos se van para la casa en su moto.

En el camino su hermana nota que El Ruso tiene menos cabello y recuerda que asociaban el rojizo de su pelo con lo ruso, por qué y a quién se le ocurrió, nadie se acuerda, así que estaba perdiendo lo ruso.  Se acercaban a casa y poco a poco sentía el calor, un calor que hacía pensar en la cama, un calor que hacía pensar en la aguapanela que no se tomó en la mañana, el calor de los besos de su abuela, pero al llegar se encuentran con un calor que iluminaba sus caras, el fuego vivo provocando algo, quemando la casa, pero provocando algo, quietos en la moto, sin cascos, porque en la noche no era reglamentario, alguien dijo: - A esto le falta algo-.


Y corrieron al viejo tractor a sacar gasolina, viejo tractor que era la bomba de gasolina casera, viejo tractos con pimpinas cercanas y recuerdos lejanos, deciden bordear la finca, por esos límites donde ya no había alambre de púas, y hasta donde la gasolina alcanzara, antes de aumentar la llama, cantan la canción de cuna que su abuela les había enseñado, con las que tantas veces habían soñado, canción interminable, una canción que acompañaba el avivamiento del fuego, una canción de vida, una canción con la que decían adiós; una canción de despedida, una canción con la que morían animales y sin saberlo, personas heridas de los leñadores; una canción de muerte.  El paquete tenía las riquezas de todo ser espiritual; porros, delicadamente armados, como por ritual, por la seriación y fragilidad de sus papeles, fotografías con personas desconocidas, eran fotografías de treintaiunos de diciembre, siempre vivía acompañado por personas insospechadas, en momentos simples, y junto a recibos de compraventas, estaban veinte mil pesos con los que compraron avío para el viaje, un viaje a la casa de sus padres.

ENTRADA LIBRE


Nuevos textos.

Caperucita roja

Escrito por: Leydi Karolina Miranda

Sólo me dedicaba a observarla, tenía una de esas sonrisas cautivadoras que se traducen en peligro y perversión, además, era dueña de unas piernas largas y de unos ojos negros profundos que donde dirigía su mirada, hechizaba.

A Caperucita le gustaba pasearse frente a mi casa, a unas pocas de la suya, pues cerca había un bosque. Ella solía salir con un vestido corto que le tapaba sólo lo suficiente, encima se ponía una gabardina roja junto a unas boticas que hacían juego, de ahí su sobrenombre de Caperucita roja.

Todos los jovenzuelos de la cuadra babeaban por ella, desde los más chicos hasta los viejos verdes y mugrientos, no había nadie exento de su encanto. Yo me encontraba dentro de ese grupo, era tal vez ocho años mayor que ella, pero nunca me considere tan viejo como para no soñar con tenerla.

Algunas veces me saludaba con un besito en la barba, dejaba todo el frescor de la menta quemando mi mejilla y alrededor de mí, una nube con olor a fresas y flores silvestre que inundaban mi nariz.

No tenía la menor idea si era su tipo, si me consideraba atractivo o por el contrario era uno más en la lista de los pretendientes ineptos. Y aunque yo, saliendo de mi juventud poseía vitalidad, energía y podría tener a cualquiera, deseaba locamente a caperucita.

Su abuela vivía no muy lejos de la cuadra, cruzando el bosque y siguiendo el sendero copado de hojas secas, marchitadas por el sol, y que por la noche guardaba un olor a miseria.

Ese día me encontraba pensando, recostado contra el tronco de un árbol, cuando vi a lo lejos a Caperucita despidiéndose de su madre y caminando bosque adentro por el sendero, ágilmente la seguí hasta un lugar un poco más retirado de la carretera. En mi mente me repetía- idiota, idiota, eres un tonto-  no sabía cómo acercarme, ella con su presencia hacia que me temblaran las piernas como gelatina, que no supiera que decir y que pareciese un niño gay y miedoso, balbuceando.

Aún no me decidía, si simplemente decir algo o regresar por donde había venido, pero como ella me vuelve tan torpe y estaba tan encimado en mis pensamientos no vi la piedra ni lo cerca que iba de su cuerpo, solo pude fijarme cuando había caído y a mi paso había arrastrado a Caperucita hasta el piso.  A las milésimas de haber caído, con mi cuerpo encima, Caperucita se volteo y frente a mi pude tener su boca rojita, y sus grandes ojos, solo me miraba, pero podía sentir su corazón palpitando a toda máquina chocando contra mi pecho… sé que el mío estaría igual o peor.

No sé si fue la brisa fresca la que me dio fuerzas o tal vez la cercanía, pero baje mi boca y la pegue contra la suya, solo la tocaba y ella se dejaba, hasta que jalándome del cuello de mi camiseta comenzó a mover frenéticamente su boca quitándome el aliento, yo solo me limite a someterla con el peso de mi cuerpo.
Nos volvimos locos encima de la tierra de ese suelo seco y por primera vez ella había sido mía.

Cuando todo fue silencio, me empujo bruscamente quitándome de encima y luego tomo su ropa para cambiarse, me senté y solo atiné a preguntarle sobre que pasaba, me respondió que sabía lo que yo quería. Mientras terminaba de ponerse su última bota, dispuesta a dejarme solo, vi una canasta llena de tortas y vino, abrí mi boca con celos nerviosos y pregunté para quien era, me dijo que eran para su abuela, no quería dejarla, así que me ofrecí acompañarla.

Una vez llegamos a donde su abuela intento despedirse pero yo no lo quise, a regañadientes me invito a pasar. Cuando estuvimos adentro vi a su abuela, un poco pasada de años, de peso, de enfermedades, aunque todavía guardaba su carisma. No tenía idea de lo perversa que podía ser Caperucita, hasta que muy dulcemente me dijo le diera una noche feliz a su abuela, me convenció diciéndome que ella se lo había pedido y termino de someterme cuando dijo que, si tanto la deseaba que por favor estuviera con su abuela mientras ella iba por café y queso, me sentí como un trapito sucio, pero termine por acceder. Y así lo hice, espere que saliera y me acerque a la cama de su abuela, desnudo, y cuando esta me vio empezó a gritar, no sabía que ocurría, hasta que unos hombres vestidos de policía me levantaron y me acusaron de violación, mi cabeza no hacía más que girar, girar y tratar de explotar.
Me trasladaron a una estación donde pase la noche. Al día siguiente me llamaron a través de las percudidas rejas: ¡hey lobo! ¡levántate flojo! ¡lobo!, te buscan, es una de tus víctimas y quiere hablar contigo. Arrastrando mis pies llegue a un salón pequeño que tenía un olor desagradable, y ahí estaba Caperucita esperándome, le pregunte sobre qué había pasado, no me respondía, luego solo me miro y soltó una carcajada que sonó en toda la instancia, se levantó, me dio un beso en la mejilla de esos que solía darme y por ultimo me susurro tranquilamente: tenía ganas de travesuras, te iras a la cárcel por mirarme como lo hacías y por acecharme en el bosque mientras caminaba, paladeo con su lengua un ruidito extraño y se marchó.

Me sentenciaron a muerte luego de mi primer juicio, no hubo pruebas para demostrar mi inocencia. Hoy es mi último día y solo tengo para decir: muerte a Caperucita. 
La triste historia de Caperucita y su abuela

Por: Luis Aníbal Arteaga Díaz

Una vida feliz pude disfrutar con mi madre. Su recuerdo todavía está implantado  en mi corazón desde su partida, pero aun soy una joven mayor que vive con las enseñanzas e historias de mi mamá, y esa caperuza roja que tejió mi abuela, y que en mi niñez utilice sin cansancio. Las políticas hogareñas eran implantadas por los familiares de mi madre, ellos decidían que hacer con la casa y conmigo. Nuestras riquezas no eran muy extensas, así que todos esos prolegómenos se solucionaron de manera efímera. Luego la situación a resolver era ¿Qué hacer con caperucita roja? En mi silencio la opinión iba y venía por parte de mis pocos tíos y tías, hasta que se decidió llevarme a casa de mi abuela.

Había olvidado completamente como era la casa de esa ancianita que quería tanto. Mi niñez se basó en ella, pero al crecer me tuve que preocupar más por la salud de mi madre. Al llegar me recibió con una cara de felicidad un tanto preocupada, le dieron las indicaciones de cuidado, pero, por ser mi abuela no le dieron mucha importancia y se retiraron. Luego de entrar, dije que estaba encantada de estar en su humilde morada, pero mis palabras no fueron escuchadas, ella había desaparecido misteriosamente en su propia casa, pero en ese momento apareció y pidió que me desvistiera hasta quedar desnuda, en mi dudosa elección lo hice, pero muy confundida, aun así era mi abuela y mi confianza en ella era muy grande. Tomo una silla, un vaso de vino y se colocó enfrente mío para admirar mi cuerpo, y pregunto por mi virginidad, luego de eso mi confusión fue más grande pero dije que ningún hombre me había tocado, sus ojos estaban sorprendidos, se levantó y dijo con el ceño fruncido:
-       Colócate la ropa, siéntate en esa silla y espera – En eso mi confusión podía salir caminando de mi cuerpo, porque era demasiado grande, pero me llene de valor y le pregunte:
-       Abuelita, ¿Por qué me pediste que hiciera eso? – Pero su silencio mostraba el desinterés que tenía por mis comentarios y solo dijo:
-       Solo vas a recibir lo que mereces.

 Y acompañado por el comentario extraño de mi abuela llega un hombre que toca a la puerta, ella abre y me señala despectivamente mientras recibe una pequeña suma de dinero. El hombre se abalanza  ante mí y me agarra de la mano para llevarme, yo en mi confusión me desprendí de su mano, di dos pasos hacia atrás y pregunte:
-       ¿Qué quieren de mí? ¿Qué pasa? – El hombre se alejó y mi abuela me tomo del cuello hasta chocarme contra la pared y dijo:

-       Estuve esperando la atención de una nieta por mucho tiempo pero, ella nunca fue, así que esa nieta tiene que complacer a la abuela durante el tiempo que este acá.
Con lágrimas en los ojos, la joven se subió al carruaje, pero viendo que el hombre hablaba con la abuela salió del otro lado y escapo al bosque. En eso se sentó en una piedra y empezó a llorar desconsoladamente. Al cabo de un rato vio una sombra en la profundidad de los matorrales, y para su sorpresa era el lobo, ella rápidamente toma una pequeña rama que temblaba cual gelatina, pero en eso el lobo le dio a entender que no iba hacerle daño, bajo la rama de su mano y  la consoló en su soledad.

Caperucita le platico sobre lo sucedido y el lobo le dijo que pensara una manera de volver, y que él la ayudaría. Era necesario que ella arreglara la situación, ya que caperucita no tenía donde quedarse, su antigua casa estaba siendo vendida para pagar viejas deudas, y sus tíos y tías no tenían tiempo para cuidarla. La joven tomo la decisión de enfrentarse a ese calvario, mostrando los derechos que tenía al ser su nieta, y dándole a entender que ella la quería mucho, siendo la única influencia familiar que tenía.

En el camino el lobo le hablo sobre las prácticas sospechosas que tenía su abuela en el bosque. Un día el lobo caminaba por la maleza y un olor muy asqueroso golpeo su cara haciendo que se detuviera a investigar, luego vio que provenía de la casa de la anciana, que misteriosamente hacia una salsa con especias muy extrañas. Caperucita se sentía confundida pero a la vez segura, el lobo no tenía cara de que se la iba a comer, sentía cierta confianza en el lobo.

Cuando llegaron a casa de la abuela, su presencia fue estrepitosa. El lobo rugió y se colocó en cuatro patas frente al hombre que se la quería llevar, mientras que caperucita se acercó a su abuela y le dio a entender que ella era la única familia que tenía, y que la quería mucho. La anciana, de una manera despectiva dijo que las salsas habían tenido un efecto muy tardío, ella necesitaba el dinero rápido y no quería ver esa maldita cara angelical que tenía su nieta. Lagrimas solo corrían de caperucita, ella entendió que la enfermedad de su madre tenía inicio, nudo y un triste desenlace.

El lobo se lanzó hacia el hombre, y en ese mismo forcejeo, el caballero saco una pistola para alejar al lobo y disparo, pero la bala no fue a su objetivo e impacto en caperucita. Al caer al suelo, todos quedaron en silencio y solo se escuchaban la parvada de pájaros que salían de los arboles como una lluvia inversa hacia el cielo. La anciana en ese momento conoció la verdadera soledad y se dio cuenta que el dinero la dejo muy ciega. Lloro por la enfermiza escena y por la pérdida de su única nieta que en realidad la amaba. Fin


LA REBELDE CAPERUCITA ROJA






Un día la dulce abuela de una niña le hizo un gorrito rojo pero a ella no le gusto además su peor color era el rojo pero la mama la miro extraño para que no le digiera nada malo la abuela, cuando los vecinos la vieron con esa caperuza roja le empezaron a decir Caperucita roja.

 A ella le molestaba  y se llenó de odio por culpa de su abuela, un día le contó a su mejor amiga que está cansada que la llamen así y quiere botar esa caperuza roja y la amiga le dijo que se vengara de su abuela ella le gustó la idea pero no sabía cómo, la amiga le dice asesínala así todos estarán triste y pensaran solo en la abuela  y podrás botar esa caperuza  roja, Caperucita dijo que si pero ella no era capaz de matarla le daba miedo, la amiga le dice yo tengo un tío que le dicen el lobo y es asesino le dicen así por que ninguna de sus presa se le escapa. 

Caperucita contacta a lobo y el acepta después de 3 días se encuentran a la media noche y deciden ir a la casa de la abuela que quedaba detrás de la montaña y lobo necesitaba a Caperucita para que le indicara donde es. Cuando llega caperucita abrió la puerta y se quedó afuera mientras que lobo entro y vio a la abuela debajo de las sábanas así que la apuñaló rápidamente provocando una muerte efectiva al terminar quiso verle la cara a la abuela pero se llevó una sorpresa al ver que la dulce abuela de Caperucita era la mujer que le gustaba en su infancia el amor de su vida, ellos se habían conocido cuando eran pequeños pera a la abuela se la habían llevado a otra ciudad y el no supo más de ella y la buscaba y nunca la encontró, al ver que era ella y la había  la matado y salió y le dijo a Caperucita que ya la había matado y le dijo acompáñame al bosque y te muestro el corazón de ella fueran y lobo mato a Caperucita por que tenia rabia con ella ya que mato al amor de su vida así que saco su navaja y mato a Caperucita y el triste por matar a la abuela se suicidio.

Por: Gylbert Villamizar Rivera 

NUEVOS TEXTOS

CAPERUCITA ROJA

Por: Emma Santana Muñoz

“Las vueltas que da la vida”, pensaba Caperucita Roja, mientras conducía su casi destartalada moto Quymco, en medio de una calle revestida de piedras menuditas, que hacía que su capa se le cayera tantas veces, que estaba a punto de mandarla pa´l carajo…Su mamá que en otros tiempos la cantaleteaba mañana, tarde y noche, con eso de los peligros de la calle, ahora como formaba parte de la mesa de negociación del conflicto armado, la obligó a tomar un curso acelerado de “Resolución de Conflictos, una Estrategia para lograr la paz” y con 120 horas que duró el dichoso entrenamiento, ella iba ahora para esa zona más caliente que una papa rellena recién salido del sartén, a “dialogar” con el “lobo” alias “el reinsertado”, para que se decidiera a dejar de secuestrar abuelas para luego intercambiarlas como “gesto humanitario”, a cambio que lo dejaran sembrar marihuana y comercializar coca con fines terapéuticos.

¿Quién lo iba a decir? Sí, ese mismo lobo que siendo ella una niña, la engañó en un cruce denominado El Bongo, le brindó chicha, arepa de huevo, butifarra, carimañola, buñuelitos de maíz, diabolín… y ya cuando la tenía bien harta, le dio burundanga en una gaseosa bien fría, dejándola más perdida que el hijo de Limber y sin abuela. Y es que esos grupos armados desistieron de llevarse mujeres jóvenes porque tenían que gastar mucho dinero en toallas higiénicas, por lo que optaron por mujeres ancianas que hubieran superado la menopausia y que aceptaban pasar el encierro tan sólo con un rosario entre las manos sin dar tanto quehacer.

Pues bien, ahí iba Caperucita Roja, ya hecha una mujer, valiente, con iniciativa, -decía su mamá- camino a hacer historia para que ese lobo fijara fecha de entrega de las abuelas y se acabara la espera de tantas familias que no podían celebrar el día de la madre plenamente felices, por la falta de ese miembro tan especial. Mientras conducía repasaba cada palabra: cómo ser asertiva, que la expresión corporal, que cómo sostener la mirada, que no debía emitir juicios… y en eso estaba cuando apareció “el lobo”, vestido de verde hasta en los ojos, de voz fuerte y varonil, hablaba y todos se ponían firmes, no pudo negar Caperucita que la impresionó. Al fondo, detrás de un enmallado estaban las abuelitas tejiendo, rezando, bordando, se preparaban para tomar colada de avena y galletas de sal… vestían mantas guajiras y luego se supo que no usaban pantaletas para ahorrar agua, orinaban de pie las que podían pararse y las que no, en sus taburetes tenían un agujero grande, de acuerdo a sus posaderas y ahí orinaban y defecaban sin mayores contratiempos.

Pasó un día, luego dos, tres y así sucesivamente. Un día que ya no recuerda ni el Gobierno del Presidente Santini, amaneció enferma Caperucita Roja, sufría un mal que se llamaba “El Síndrome de Estocolmo”, donde el colmo de tan loable negociación fue que Caperucita Roja armó un Club de la Tercera Edad y decidió quedarse con el lobo para administrarlo, a la espera de que el gobierno los reinsertara a todos como una gran familia y juntos impulsar la microempresa de las drogas terapéuticas sin ánimo de lucro…y donde todos fueran felices y comieran perdices. La mamá de Caperucita de vez en cuando sale por televisión con un suéter blanco que dice: “Las queremos libres”, Caperucita Roja, la abuela y el lobo, sonríen y se guiñan el ojo como cómplices en concierto para delinquir… ¿Libres? –Qué estará pensando la suegra, dice el lobo-, -acá te esperó suegrita, mientras abraza a Caperucita, a la que veo mal es a usted, mire no más… pensando que queremos irnos…venga pues y hablemos y aumentemos el negocio familiar-. Es que allá en la ciudad, la inseguridad sí que es muy grande y difícil de manejar.


Aquí en el bosque del despeje todo marcha sobre ruedas… en las mismas que llegó Caperucita Roja a dialogar.
CUENTO CREADO POR LOS ADULTOS MAYORES DEL HOGAR ASILO SAN JOSÉ-PAMPLONA
2016




Había una vez una familia que queríamos mucho, y queríamos que vinieran hoy a visitarnos; estábamos bien contentos de verlos. Las señoras se llamaban Raquel y Carmen, ellas nos trajeron muchas cosas. Para nosotros  fue una sorpresa, porque no lo esperábamos, porque no teníamos el dinero para recibirlos como se merecían. 

Todos queríamos que nos llevaran de paseo, por ejemplo, puede ser al Raizón. Todos esperábamos emocionados porque nos iban a llevar, y está todo tranquilo, porque nos tratan bien y nos amañamos allí, porque hay muchos mangos y duraznos y nos gustan mucho; nos gustaría que nos trajeran limonzones, manzanas, naranjas y lechosa, que nos trajeran lo que fuera y lo que puedan, y si puede haber fiestecita no es malo, trayendo musiquita para que nos libere el espíritu y nos reconforte el alma, para que hagan muchas risas , y para que se casen los que se quieran casar, y los que se quieren quedar aquí, en lo que mejor convenga; para divertirnos un poquito, y estar contentos; porque estamos de parranda, estando alegres con todos los amigos y los de afuera, y los que llegan, porque no nos molestan, porque lo mejor es que llegan  a visitarnos, porque eso lo esperamos, dándole amor y cariño a todos, y le damos gracias a Dios por la vida, y por todos los beneficios recibidos, y que nos traigan galleticas, colombinitas, manzanitas y lo que el señor nos socorra, dándoles plata para que traigan todo eso, por ejemplo café y pan, y que la señorita que nos hace la entrevista nos traiga las colacioncitas, y los dulcecitos, y que nos ponga el baile trayendo los músicos, para poder bailar con ellos, con el baile del gato y el ratón, esperando a que nos lleven de nuevo lejos de paseo, al lago, y unas parejas bien buenas para bailar, los que les guste el baile que bailen, y el que le gusta tocar los bambucos y torbellinos, joropo y llanero, y seguirle pidiendo a Dios que nos socorra una cosa buena y que nos puedan enseñar, y que nos traigan rápido la carta para saber escuchar y descansar, y muchachitos a bailar, que la música nos llama, y el amante que los toca se les va por la mañana.

FIN. 

Proyecto realizado por Diana Olivares.

La escritora y periodista Pilar Lozano de visita en el Taller Rayuela

La escritora y periodista Pilar Lozano de visita en el Taller Rayuela
El pasado 11 y 12 de noviembre estuvo realizando un taller de Crónica y Relato la escritora Pilar Lozano quien además hablo de su libro por los Caminos del Cielo un libro histórico sobre los inicios de la aviación en Colombia

Carlos Arnulfo Arias escritor Cúcuteño presentó su más reciente obra.

Carlos Arnulfo Arias escritor Cúcuteño presentó su más reciente obra.
Con apoyo del taller Rayuela, Carlos Arnulfo Arias presentó su libro Árbol Talado y Brevario del despojo obra gráfica y poética.

EDGAR TREJOS-visita de escritor asociado 23 y 24 de septiembre en Pamplona

EDGAR  TREJOS-visita de escritor asociado 23 y 24 de septiembre en  Pamplona
Escritor y poeta nacido en Riosucio, Caldas, Colombia. Ha publicado los libros “LA CASA DEL FRIO” (poemas), “ALAS PARA LA NOCHE” (poemas), “FOGATAS PARA UNA INFANCIA FELIZ” (poemas infantiles), “SUEÑO PARA OLVIDAR” (cuentos). Es Docente de los talleres de creación literaria en la Universidad Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid y la Casa de la Cultura de Envigado. Integrante de la Casa de Poesía Porfirio Barba Jacob, Jurado del premio nacional de poesía Porfirio Barba Jacob, codirector de la revista de poesía POETICA, miembro del comité de redacción de la revista literaria Arcades de la casa de la cultura de San Antonio de Prado y Miembro activo de la red nacional de talleres de escritura creativa Relata en el presente año.

Taller de escritura creativa en la feria del Libro de Cúcuta 2011

Taller de escritura creativa en la feria del Libro de Cúcuta 2011

Fernando Soto Aparicio

Fernando Soto Aparicio
El escritor colombiano Fernando Soto Aparicio cerró la feria del libro de Cúcuta con una charla sobre Procesos de investigación para escribir sus novelas, un interesante y nutrido conversatorio sobre sus experiencias al escribir una novela y como la investigación hace parte del proceso creativo.

El escritor Luis Fernando Macías en el taller Relata Pamplona

El escritor Luis Fernando Macías en el taller Relata Pamplona
Memoria Grafica. 20 de agosto
El escritor y docente de la Universidad de Antioquia visitó el taller de escritura creativa Relata de Pamplona, en compañia del también escritor Manuel Iván Urbina quien a su vez es director de Relata Cúcuta. La visita al taller consistió en una charla con los integrantes del taller y algunos visitantes sobre el proceso de creación poética principalmente. Dentro de los temas que se analizaron estuvieron la importancia de la corrección, las influencias literarias y la lectura como parte de la creación.

Contamos también con la presencia de Uriel Navarro coordinador de la red Relata zona oriente.

Contamos también con la presencia de Uriel Navarro coordinador de la red Relata zona oriente.

¿Cuál de los siguientes libros te gustaría discutir este semestre?

TALLER

TALLER

¿Es usted un escritor en ciernes?

Leandro Loaiza Largo


http:// leoloaiza.wordpress.com




¿Es usted un escritor en ciernes?

1. ¿Se emborracha y escribe garabatos en un cuaderno?
2. ¿Se avergüenza al otro día de esos garabatos?
3. ¿Está enamorado de Amarilla?
4. ¿Se ha imaginado cómo sería una película o una obra de teatro basada en Opio en las nubes?
5. ¿Escribe poemas con rima pero sin métrica?
6. ¿Le ha escrito un poema o un cuento a las putas, pero nunca ha estado con una?
7. ¿Quiere publicar un libro, así tenga que pagarlo con su propio dinero?
8. ¿Se quiere morir a los 25 como Caicedo?
9. ¿Ya perdió la cuenta de cuántas veces ha visto El lado oscuro del corazón?
10. ¿El lado oscuro del corazón 2 le parece muy buena?
11. ¿Se cree pos-nadaísta, neo-nadaísta, supra-nadaísta?
12. ¿Si le sugieren una corrección de sus textos se ofende, o no presta atención?
13. ¿Corrige los textos de sus amigos?
14. ¿Cuándo se bloquea para escribir, escucha el cidí del tributo a Pablo Neruda?
15. ¿Cuándo lee en público dice “el siguiente poema no tiene título”?
16. ¿Está escribiendo una novela posmoderna sobre la vida nocturna de su ciudad?
17. ¿No ha pasado del primer capítulo?
18. ¿Tiene un blog y un contador de entradas?
19. ¿A veces siente que ha perdido la inspiración?
20. ¿Encuentra la inspiración cuando está deprimido?
21. ¿Después de leer a Efraím Medina quiso escribir una historia sobre un artista fracasado?
22. ¿Le parece que los que ganan en los concursos literarios no son tan buenos como usted?
23. ¿Considera que “La oquedad de tu ausencia” es un buen título para un libro?
24. ¿Ha escrito versos como “el infinito abismo de tu mirada”, “quiero beberte como el vino”, “solo con mi soledad” o “me arrastran ríos de asfalto que no me llevan a ninguna parte”?
25. ¿Escribe con seudónimo?
26. ¿Su seudónimo tiene un nombre o un apellido extranjeros?
27. ¿En sus textos usted siempre es un vampiro, un gato, una mariposa o un hada?
28. ¿Ha publicado en Kadáber Exquizito?
29. ¿Ha escrito varias veces y nada que lo publican en la revista de los Juegos Florales?
30. ¿Le parece que el Papel Salmón es clasista?
31. ¿Quiere algún día vivir de la literatura?
32. ¿Sus amigas le dicen que sus textos son “bonitos”?
33. ¿Ha participado en más de tres antologías de poesía, y aún no ha publicado su primer libro?
34. ¿Ilustraría la portada de su primer libro con una foto de usted mismo mirando a lontananza?
35. ¿Aún no sabe de de algún escritor que lo odie visceralmente, que trate de destruirlo a cada oportunidad, o que le mande libelos?
36. ¿Cuando le piden textos para alguna publicación, los envía en manuscritos?
37. ¿No tiene copia de sus textos digitados?
38. ¿Menciona en su biografía el nombre del colegio donde estudió, o el de sus papás?
39. ¿Detesta a Gabriel García Márquez?
40. ¿Jamás se le ha pasado por la cabeza leer el libro de Ingrid Betancur?
41. ¿Se leyó sólo la mitad del Quijote?
42. ¿Se sabe de memoria el capítulo 7 de Rayuela y se lo recita a sus novias?
43. ¿Está buscando una mujer que sepa volar?
44. ¿Todos los personajes principales de sus cuentos terminan muertos, o asesinan a alguien?
45. ¿Alguna vez le preguntaron por Miguel Hernández y usted respondió que no tenía el gusto?
46. ¿Tiene una edición bilingüe de Las flores del mal, y considera que es un libro oscuro y perverso, así como es usted?
47. ¿Cree en la originalidad?
48. ¿Ha leído un libro que se llama A mí que me esculquen?
49. ¿Sabe que Daniel Samper hijo no es el autor del libro del que estoy imitando este cuestionario?
50. ¿Leer este cuestionario le ofende y sospecha que quien lo escribió debe ser un fracasado, un resentido, o simplemente, otro escritor en pañales?