Ella
No podía alejarse de ninguno. Era
inconsolable la idea de separarse, su esposo; él le daba joyas, mansiones, las
cosas que deseaba. En las noches contaba con ella, con su apoyo incondicional.
El deseo voraz mientras su esposo
trabajaba; ella se desnudaba y brindaba
en nombre de él, ella llenaba la vida de los dos con su bondadoso amor. Pero
ninguno, ni juntos ni separados llenaban su corazón, llevándola al límite
desesperado de buscarse un nuevo amor.
Ahí estaba junto a Rafael, llevando
en su cartera la foto del matrimonio con Rodolfo y en su cabeza el recuerdo del
otro, para ninguno de ellos esto era una tragedia. Cada cual obtenía una parte
de ella. Lo lamentable es que ni su
corazón, ni su cabeza estaban felices, ni completas.
ANA MARIA SILVA TURANOZA
RELATO
Si alguien me preguntara
alguna vez, ¿qué personajes me gustaría conocer?, sin pensarlo diría.
“Isaac Asimov” O “Stephen Hawking”
Alguna vez en mi promiscuo afán
por la lectura de todos los géneros, pero especialmente el género de ciencia ficción,
di con un relato que trataba sobre el uso de los agujeros negros o agujeros de
gusano como una posible vía para transportarse rápidamente atreves de la
inmensidad del universo y del tiempo, desde entonces me sorprendo a veces, en
mi imaginación, perdido en mundos lejanos y misteriosos o divagando en
dimensiones singulares con personajes y paisajes surreales como en un cuadro de
Dalí.
Me siento identificado con
el tema de “ciencia ficción”, mi imaginación que posee alas propias vuela y me
pierdo, sin querer, o tal vez queriendo y muy complaciente y conscientemente,
en aventuras personales e imaginarias, inverosímiles, en mundos fantásticos, en
viajes siderales donde como un quijote voy deshaciendo entuertos y salvando
damiselas de las garras de personajes siniestros y oscuros que habitan aquellos
mundos quiméricos.
Ya de vuelta en la realidad
me pregunto: --¿Cómo harán los escritores para inventar estas cosas tan
fantásticas, que parecen tan reales sin serlo?
Héctor Isaac Romero Ortiz
UN BUEN ZAPATO
Siempre
suele ser emocionante levantarse temprano y saber que hoy vas a comprar
zapatos. No importa si llueve o si hace
mucho sol; sólo piensas en salir lo más
rápido de la casa y como siempre te vistes con la mejor ropa, como si quisieras
modelar, “como si a los zapateros les importara tu chaqueta, tus pantalones, o
lo que hablas” ¿no?. A ellos les interesa vender zapatos, tenis, botas,
sandalias, chanclas o las clásicas baletas o boletas como le dice mi hermana.
Ese
día salí volando como se suele decir, camine lo más rápido que pude ya sabía
cuál era el lugar, lo que quería, y sabía quien me atendería. Y clásico como solemos hacer todos
los hombres siempre entramos primero a lugares donde sólo atienden mujeres, no
sé si con la intención de salir con un buen par de zapatos y una chica del
brazo.
Ese
día fue diferente estaba ella, una chica nueva, blanca, no muy alta, un poco
mona, me atendió con gusto “dime que necesitas” me dijo, me quede callado y sólo
la mire, ella se acerco a un estante donde bajo un par de botas negras de cuero
con punta de metal, como las que yo quería, sentí que leyó mi mente, no supe
que decir, y ella sonreía cuando me
miraba, todavía recuerdo que me dijo,
con tono dulce “mídetelos”.
Sin
pensarlo me intente quitar los zapatos viejos que tenía, solté los cordones tan
rápido como pude, quería impresionarla, no se con que, no era el momento, pero
cuando por fin lo hice, ella ya no sonrió, no me preguntó nada, me miró por un instante a los ojos y luego su
mirada se quedo fija en mis pies.
Desde
ese día sigo emocionándome al comprar zapatos pero siempre reviso que mis
medias no coincidan con el hueco del dedo de mi pie izquierdo y el cráter del
talón del pie derecho.
LOGAN MAURICIO DELGADO
Soñando una historia contada
Estaba en una esquina
esperando la llegada de un bus, con los ojos cerrados, me quedé dormido, de
repente un mosco me zumbó al oído. Al sentir un cosquilleo sobre mi oreja, recordé que olvidé recoger el periódico de la oficina postal, entonces
el sueño que tenía hasta ese momento se detuvo, quedando en suspenso. Esto fue
algo muy extraño, lo recuerdo, el sueño era sobre un bote muy grande con tres
remos, cada uno de ellos de material macizo y ligero, como una combinación de
pluma y plomo, estos remos tenían en sus extremos cubitos de azúcar, cada vez
que se sumergían en un cristalino río, se desintegraban, iban cayendo en el
agua hasta desvanecerse.
Yo me dirigí más lejos, miré
alrededor y me encontré con que mis ojos antes cerrados estaban ahora abiertos,
el río era un paisaje lleno de árboles, el bote era una silla y los remos el
lápiz con el cual estuve escribiendo este relato y pensar que luego de todo
esto cuando fui a recoger el periódico y por fin lo tuve en mis manos me
encontré leyendo este mismo relato que acabo de escribir aquí, como si se
tratase de un Deja-vú.
Mariana Rios L.
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