Milciades Arévalo
Periodista cultural, editor y librero de la Sociedad de la Imaginación. Ha publicado varios libros entre los que se destacan “El oficio de la Adoración” [1988], “Inventario de Invierno” [1995] y “Cenizas en la Ducha” [2001]. Ha publicado ensayos y entrevistas, y tiene varios libros inéditos. Es director de la revista “Puesto de Combate” desde su fundación en 1973.
Milcíades Arévalo parece un personaje de novela y en esencia lo es porque quienes aparecen en sus historias tienen tantos elementos de su vida que se está inmortalizando con sus propias obras. Este autor de Zipaquirá es de los que escarba, huele y se unta para escribir. Sus historias tienen tonos eróticos y recorren el cuerpo femenino con sus páginas al que considera la mayor maravilla del mundo.
Milcíades Arévalo ha estado en Puesto de combate los últimos 30 años, una revista literaria que tiene 65 números y que todavía no sabe como la imprime porque no tiene plata. Quiere dejar de producirla, pero para eso lo que más desea es llegar a la edición 69, un número bonito, para Arévalo, el mejor.
Este escritor no es formado en la universidad, su manera de aprender la determinó la lectura de sus libros de los que son su mayor tesoro, aunque los sigue prestando y por tanto los sigue perdiendo. Cuenta que de joven, de 20 años, recorría los estantes de una librería en Bogotá y de repente vio Una temporada en el infierno, de Arthur Rimbaud.
“Ese título me enamoró y yo no tenía un peso en el bolsillo. Me acordé que en el Hospital San José de Bogotá pagaban 50 pesos por donar sangre; me fui para allá, doné la sangre y me dieron una Pony Malta, un huevo y los $50. De inmediato me devolví a la librería y conseguí un libro que me metió en este mundo”, explica Arévalo, que además fue marinero, trabajó en un banco y fue publicista.
Su obsesión es escribir bien y creer absolutamente en todas las personas que esperan una oportunidad. “Puesto de Combate nació para que quienes no tuvieran donde publicar encontraran un espacio. Es un medio pluralista y yo reviso todo lo que me llega porque creo en los escritores colombianos; si no fuera así no saldría la revista porque la hago con todo el amor que me inspiran las historias y los escritos que me llegan, sean buenos o malos”.
La casa de Milcíades queda en el barrio La Candelaria, en Bogotá. Es sencilla y abierta, como su vida, para todos sus amigos que incesantemente lo buscan. “Yo no tengo nada, sino mi casa, libros y una bicicleta. Y así vienen escritores a buscarme porque les rechazan sus obras o porque no tienen plata para publicar. Yo les digo que no se preocupen, que tengo la revista para que todos publiquen... Eso es lo que quiero, que no se afanen por la plata que de eso hay en toda parte”.
Motivar a la gente para que lea y, sobre todo, para que escriba es la misión que Milcíades se propuso. No busca más.
El erotismo lo descubrió con Arthur Miller y se dijo que así quería escribir y lo ha intentado toda la vida. Sus obras son Cenizas en la ducha, Inventario de invierno [cuentos para jóvenes] y El oficio de la adoración [publicado por Editorial UNAB].
Más que sangre, en las venas de Milcíades le corre poesía porque ese fue su refugio para vencer la pobreza vivida. Dice que más que escritor es un librero, no un comerciante de libros sino un conocedor de los mismos y que por eso en su vida entre más canas le salen más ganas le dan de seguir viviendo y seguir soñando, desde su puesto de combate.
milciadesarevalo@gmail.com
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